El modelo del pleno desarrollo de la vocación de la mujer

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La figura de María manifiesta una estima tan grande de Dios por la mujer, que cualquier forma de discriminación queda privada de fundamento teórico. La obra admirable que el Creador realizó en María ofrece a los hombres y a las mujeres la posibilidad de descubrir dimensiones de su condición que antes no habían sido percibidas suficientemente. Contemplando a la Madre del Señor las mujeres podrán comprender mejor su dignidad y la grandeza de su misión. Pero también los hombres, a la luz de la Virgen Madre, podrán tener una visión más completa y equilibrada de su identidad, de la familia y de la sociedad. La atenta consideración de la figura de María, tal como nos la presenta la sagrada Escritura leída en la fe por la Iglesia, es más necesaria aún ante la desvalorización que, a veces, han realizado algunas corrientes feministas. En algunos casos, la Virgen de Nazaret ha sido presentada como el símbolo de la personalidad femenina encerrada en un horizonte doméstico restringido y estrecho. Por el contrario, María constituye el modelo del pleno desarrollo de la vocación de la mujer al haber ejercido, a pesar de los límites objetivos impuestos por su condición social, una influencia inmensa en el destino de la humanidad y en la transformación de la sociedad.

Juan Pablo II (1995)

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